Yamazaki Mizunara 18YO,  un whisky con el espíritu del bosque nipón

Yamazaki Mizunara 18YO, un whisky con el espíritu del bosque nipón

La cultura japonesa no se entiende sin una relación íntima con la naturaleza. El sentido emocional que les une al entorno está siempre presente en la artesanía del país nipón. Esta relación particular dota al producto de un alma que otros no tienen. Y eso es lo que Beam Suntory ofrece en su nuevo whisky Yamazaki Mizunara 18YO.

Andrea Velasco
Andrea Velasco

Si hay algo que define a Japón es el amor por la naturaleza y la calidad, que transforma cualquier creación en un ritual. Si hablamos de la elaboración de un producto que llevan haciendo casi cien años, el ritual adquiere el matiz de sagrado.

Beam Suntory, el líder mundial de bourbon y la casa de whisky japonesa más antigua, presenta ahora su nueva creación, Yamazaki Mizunara, en una edición limitada valorada en 1.350 euros y disponible sólo en doce países, uno de ellos España. Un destilado a base de una selección de whiskys de malta que han madurado desde los 18 hasta los 50 años, con un sabor dulce y aromas a frutos secos, coco y mermelada de naranja que deja en el paladar un regusto a canela y madera.

Pero una madera muy peculiar, la proveniente del roble Mizunara. Localizado en pocas regiones del archipiélago, este árbol inspiró a Suntory en la búsqueda de otras técnicas de fabricación de barricas que otorgarían esos sabores nunca antes conocidos en el whisky.

No es una técnica sencilla. Debido a la dureza y porosidad de esta madera, resulta complicado conseguir que las barricas no pierdan líquido y estén correctamente cerradas. No obstante, este proceso aporta tales matices aromáticos al destilado que lo contiene, que no pueden prescindir de él. Tal es así que la botella se presenta en una caja fabricada con la madera de antiguas barricas, como si el whisky no pudiera separarse de quien le dio su espíritu.

La importancia de las barricas siempre ha quedado patente en la elaboración de whiskys de la destilería nipona. De hecho, una de las más antiguas utilizadas procede de España. Como consecuencia de la importación de vinos occidentales en los primeros años de vida de la casa, las barricas eran reutilizadas para la elaboración del whisky.

El padre del whisky japonés se sirve de la naturaleza para sus productos pero también se pone a su servicio. Por ello, sólo se talan los árboles que no ponen en riesgo la salud del bosque y se planta uno nuevo en su lugar. No en vano, su idea de coexistir con la naturaleza llevó a Suntory a crear un santuario de animales salvajes en una de sus destilerías en la década de los setenta.