Gin Mare se ha propuesto iluminar estas fiestas navideñas con su luz marinera mucho más allá del mueble bar. La botella, que mantiene su diseño fresco y elegante de siempre, se presenta ahora en un pack decorativo que nace de lo más auténtico de su esencia mediterránea.
Este farolillo blanco que encierra un corazón de ginebra, enseña al detalle el espíritu de la marca y el origen del destilado. La diligencia con la que los monjes trasladaron desde la playa hasta un pueblecito mediterráneo, piedra por piedra, la pequeña ermita del siglo XIII en la que se empezó a destilar la Gin Mare, da una señal del interés y el respeto por preservar los orígenes.
Bien se podían haber alumbrado los monjes en este trabajo con el farolillo de metal que sale ahora al mercado. Mantiene ese diseño sobrio y anguloso de lo antiguo, pero viene calado por los tres laterales con el estampado Gin Mare característico. Y no sólo adorna: además, proyecta.
Al introducir una vela, las paredes de la habitación se adornan de sombras, provocando el efecto de que buceamos en el mar. El regalo, entonces, más que el candil, es un escenario relajante y acogedor, con la llama de fondo y el ambiente completo.
Esta reminiscencia de agua, hogar y pequeño faro entrañable no es lo único que Gin Mare se trae del Mare Nostrum. El blanco impoluto, y la unión de metal y cuerda en el asa rematan la inspiración marinera con el aire cálido y artesanal de lo que está hecho con cuidado y limpieza para terminar ofreciendo un resultado espectacular.
Un escenario perfecto para brindar con un Gin Mare por el mar, la tierra y las personas con las que disfrutarlos también en Navidad.